martes, 30 de octubre de 2012

Gorz

Gorz consideraba la sobriedad como una necesidad para luchar contra la miseria a la cual nos aboca el capitalismo y la sociedad de consumo. En 2008 escribía en una publicación póstuma en la Revue critique d´ecologie politique: “La salida del capitalismo ya ha empezado: el dinero mismo es la única mercancía que produce la industria financiera a través de operaciones cada vez más arriesgadas y cada vez menos controlables en los mercados financieros…”. En su casa no había cuadros, sí dos sillas sin estilo, una mesa redonda, cuatro sillas rectas, un televisor, libros, diarios y revistas. Pared sin colores. Al final de sus días había amor, su amor por su esposa Dorine, que recoge en Carta a D. Historia de un amor. Andre Gorz tenía 84 años cuando se suicida con su mujer; ella 82: “Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de 45 kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable”. Amor y sobriedad alternativas para la volatilidad de la sociedad de consumo y el vértigo del crédito. “Hasta donde llega mi recuerdo, siempre detesté el modo de vida llamado opulento y sus despilfarros”, le escribe a Dorine. “Te negabas a dejar que la publicidad y el marketing te impusieran necesidades que no sentías”. El amor da cobertura para un mundo que no necesita consumir tanto para verse realizado. “Me pregunté qué era lo accidental a lo que debía renunciar para concentrarme en lo esencial”. Un libro que nos enseñará a llorar de nuevo y no por lo que debemos sino por lo que perdemos al no estar a la altura de nuestra riqueza de vivir.

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