lunes, 26 de octubre de 2009

Un poco de silencio

Callarse. El mundo desordenado. Necesita oídos. Esperar la luz, transfigurarse en palabras. El mundo. Caos. Algo no funciona. Espera. Ha pasado algo. Una bomba muda descoloca los sentidos. No llegan las palabras. Demasiada opinión. El silencio no es desconsuelo. Volver a recobrar la fe en el mundo. No vas al ritmo de la vida. Te paras un momento. Volver a reírse. Despacio. Convaleciente. Una explosión silenciosa desordena todo lo cercano. El orden es siempre efímero. El pensamiento incompleto. Un parpadeo. La luz entra en los ojos como por el diafragma de una cámara y se cierra. Los dos movimientos necesarios. El silencio de la oscuridad logrado a plena luz del día. Mientras, murmura la sangre. Apenas se aquieta su exceso sentimental, bajo la sombra de una nube titubeante de lluvia. Se atisba un azul pleno a lo lejos en manos del viento. Todo es sencillo. Retener la foto es retener el pensamiento. Concentrado para retener las miradas fugaces. No recuerdas las nubes que pasaban aquel día, solo una multitud de pequeñas cabezas y un cuerpo a lo lejos inocente, inerte, en aquel cuarto agobiante. El primer parpadeo y aquella inocencia que se iba definitivamente. Volviste a ver instantes de luz pero aquello no se te olvidó. Era un silencio diferente. No recuerdas nada más. Era todo lo que tenías que saber. Difícil imaginárselo. La música sostiene la oscuridad del instante en que el mundo desaparece. Su silencio entre las notas. El silencio de todas las civilizaciones. El nacimiento de todas las religiones.
¿Pero sólo era aquello? Bueno aquello y el amén. El así sea de toda voluntad. Una mariposa dura un día, toda una eternidad. Amar para una pequeña oportunidad de romper el tiempo. Los párpados aclaran los ojos, los descansan en un acto imperceptible. Mueren en sucesivos instantes para que la luz se detenga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario