lunes, 26 de octubre de 2009

Dias

Son las 11de la mañana y mi mirada se pierde entre los falsos plátanos. El día es fresco pero cariñoso. No me he levantado cansado y apenas me he mirado al espejo para corregirme. Mi cabeza, por otro lado, siempre trabajando, consume en unos minutos la energía del día, fallo táctico, habría que ser más superficial, me digo, la verdad es que siempre me lo susurro. Como si en la superficie estuviera un acoplamiento armónico con la vida. Los nadadores necesitan sacar la boca de vez en cuando del agua para respirar. Desde hace mucho tiempo me levanto cada mañana como si fuera la última, no, no es ningún mérito ni una jugada ensayada. Es la viva imagen de lo precario, pero por otro lado me invita a una cierta conformidad con el destino. La única comunidad es la de la muerte, me digo. Reflexiono en el trono del solitario y odio el tabaco, observo el día ,azul de Velazquez, un ligero frío íntimo. No me gustan los días de lluvia, mi nariz no filtra lo suficiente, y sólo me preocupo de mi estado físico, me duelen los músculos. Me vuelvo excesivamente introspectivo. Lo que me faltaba. Redundante. Bloqueado. Los días valen para salir de uno mismo, nuestro encuentro con el otro. No rehuir esa batalla. ”Buenos días, buenos días” “Hoy ganará el Barça”. “Lo vamos a tener difícil, el Manchester es muy bueno”… Para vivir los días hay que tener la voluntad previa de levantarse, de dejar el sueño y el calor de las sábanas, someterse a la agresividad de la ducha, a la elección de vestirse, afeitarse, en definitiva estar presentable. El motor de arranque del alma. Y todavía no has hecho nada, estas calentando, para que los tendones no te revienten. “¿Que es de tu vida?” “Imposible resumírtela en un momento. Ya sabes, todo bien”. Ahí lo importante es el “Ya sabes…” No hay viento y las hojas de los árboles no esquivan sus colores. Los abuelos pasean plácidamente a sus nietos, a su futuro incierto. Son las 11,30 y un gorrión se alimenta. Un viejo digno fuma un cigarrillo mientras pasea y observa, camina lentamente. La pega carroñera observa al gorrión comer. El reparto del pan. una llamada de teléfono móvil me interrumpe. Las palabras saltan de momento. Vuelvo a enmudecer.¿Qué es lo que me mantendrá despierto a partir de ahora? ¿Qué es lo que me mantendrá en el día? Una mujer se queda sin bombona de butano, su voz va y viene. “¿A quén teño que chamar agora. Vou chamar ao Preventa. O demo me coma”. A los falsos plátanos solo se les mueve el corazón. Ya viene junio y todo se aligera de ropa. ”El Bambú no se puede servir a esos precios”. La realidad, el otro telefónico. Hay que ir a ver al otro que no sabe nada de mí, ni que todas las mañanas me levanto para morirme. Es una ventaja.

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